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viernes, 17 de noviembre de 2017

EL DISFRAZ: MINICUENTO


Jhon William Waterhouse


¡Hola!, celebramos otra entrada de Eco de hadas con un minicuento muy al estilo de nuestro blog. Espero que lo disfruten. Y sin más preámbulos: ¡Feliz lectura!
Karolin Vela






EL DISFRAZ

Una princesa, aburrida del encierro y de las muecas y bailes de los bufones,
Jhon William Waterhouse
decidió escapar del palacio disfrazada de pordiosera. Durante su paseo en el bazar de telas, conoció a un apuesto ladrón. Se miraron y la atracción fue mutua. Entablaron una larga conversación que duró hasta la media tarde.
Luego de este encuentro, las citas, en los callejones obscuros de los mercados, fueron ininterrumpidas. La pareja ganó intimidad, y entre besos y escarceos, la princesa reveló su identidad. Al hombre no le importó, estaba enamorado; su único interés residía en continuar disfrutando del cuerpo de la amada.
Al cabo de un año, al ladrón no le cupo la dicha en el cuerpo cuando ella le anunció que estaba embarazada.
Debemos huir —dijo imperioso—, tu familia no me aceptará; menos a mi hijo que traes en el vientre.
La princesa por primera vez lo miró con horror.
—No te confundas. Hoy ha sido nuestro último encuentro. Aquí tienes estas monedas de oro por tus servicios. En tres días parto: he de ir a casarme con un rey.

©Eco de Hadas

Todos los textos y traducciones son propiedad de la autora

sábado, 16 de septiembre de 2017

ENTRE LA NIEBLA Y LA AMBICIÓN: UN MINICUENTO


https://i.pinimg.com/136x136/cb/07/22/cb072269e3dfccef8d9c84f8eb161493.jpgEl verano llega y se desvanece poco a poco; las notas del otoño comienzan a escucharse: Septiembre y Eco de hadas estrena nueva entrada. ¿Qué hay detrás de la ilusión? ¿La ambición debe sellar el destino? Averigüémoslo con dos minicuentos. ¡Feliz lectura!
Siempre
Karolin Vela


DOS PIEDRAS

Era tan bonita, tan bonita que la madre pensó en casarla con el rey. La joven permaneció callada. La madre asumió que el silencio equivalía a una afirmación.

Pronto se dio a la tarea de averiguar días y horas de las salidas a cazar de su majestad. Un primo lejano, chambelán de la corte, fue quien le indicó el día propicio para encontrar “accidentalmente” al monarca.

Un lunes de madrugada mandó a la hija al bosque y le dijo: Te atraviesas en el camino y finges una caída…haz contacto visual y lo tendrás a tus pies. La muchacha bajó la mirada y la madre le pareció ver una mueca de disgusto, mas pensó que la imaginó, porque ¿quién podría no querer ser la esposa del rey viudo?

¿Lista?, debes irte ya. Y ella se marchó.

En el bosque vio al rey y al príncipe acompañados por un séquito de guardias; perseguían a un zorro que huía culebreando. Los ojos del animal toparon con los de la joven. A través de uno de los huecos de los arbustos, el zorro alcanzó a mirarla con miedo, con súplica, ¡ayúdame!, le dijo con los ojos dilatados. La joven sintió lástima. Era uno ser pequeñito contra una partida de hombres y perros. Débil e inerme ante el enemigo, tengo que ayudarlo y se mordió los labios. Se preguntó cómo lo haría y con torpeza inspeccionó a su alrededor, tratando de encontrar algún objeto que ayudara al animal. Los rayos del sol iluminaron dos piedras triangulares. Comprendió lo que debía hacer. Miró al cielo, tomó las piedras y las aventó hacia las cabezas reales. El lanzamiento fue exitoso. El zorro huyó y ella cabalgó hasta la frontera del Oeste, donde encontró su lugar: el monasterio de los Sabios de la Orden Blanca. Ahí vivió, y vivirá, colmada de sabiduría e inmortalidad.





©Eco de Hadas

Todos los textos y traducciones son propiedad de la autora