Como siempre, un abrazo y feliz lectura.
Karolina Vela
INFIDELIDAD
-¡Decapitadla! -ordenó
el rey.
-¿Bajo qué cargo, mi
señor?
-Traición al rey.
-El pueblo no lo
aceptará, mi señor.
-El pueblo aceptará y
verá con buenos ojos el castigo a una reina infiel.
El consejero se marchó
cabizbajo dispuesto a ejecutar la orden. Cuando el rey se quedó solo, la joven
Morgana salió del aposento contiguo y dijo:
-Arturo, no te
arrepientas, esto vale más que la vida de Ginebra-, y lo besó.